El perfume de la memoria
Escrito por Comisión 50 aniversario,
domingo 27 de marzo de 2011 , 20:16 hs
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en 50 Aniversario
EL PERFUME DE LA MEMORIA
Me gustaría iniciar este relato citando una canción de Serrat que comienza así:
"Decir amigo es decir juegos, escuela, calle y niñez...".
Creo que soy muy afortunado al haber pasado la mitad de mi vida en el Barrio del Carmen (primero en la Colonia Pascual Marín, luego en El Peñascal, y más tarde en la Albuera ). También por haber cursado Parvulitos y Primaria en el Colegio Calvo Sotelo. Para la otra mitad de mi existencia el destino me tenía reservada la isla de Tenerife, lugar en el que resido actualmente.
Cada verano vuelvo a Segovia con ilusión y recorro las calles del barrio en el que disfruté mi niñez. Hago una parada junto a la "Farmacia de Mundo"(ahora debe tener un nombre más académico), y observo la fachada principal del" CEIP El Peñascal ". En ese momento el perfume de la memoria agita mis recuerdos e imagino en el interior a mi tío Fidel y a mi tía Paulita (como enseñantes), a mis primos, y a mis hermanas, que realizaron sus estudios allí.
Incluso, profundizando un poco más en la fragancia del perfume, me visualizo a mi mismo en un día lluvioso de otoño, con unas botas de goma saltando sobre los charcos, mientras Don Pedro, el conserje, me regaña cariñosamente .
Se remueven las arenas del mar de mi memoria, y contemplo los ojos de buey de un barco en el último piso, el Comedor con su eterno olor a macarrones, sus jarras de colores y sus platos de Duralex. También recuerdo las frías mañanas de enero en las que se nos congelaban hasta los pensamientos, y aquellas tardes de mayo que olían a lilas y amapolas. Me llegan imágenes de los himnos que no comprendíamos, y de las botellas de leche fría en verano, y fría en invierno.
Sigo caminando lentamente por la acera del recuerdo y busco en los alrededores lugares que ya no existen: La Lechería, la Carnicería de Mariano, la Tienda de Calero, la Carbonería, y el Bar de Pepe, frente al campo de fútbol en El Peñascal. Ahora sólo resisten al tiempo las casas antiguas y el Colegio, en un barrio donde todas las puertas estaban siempre abiertas.
Me veo con una cartera llena de tebeos, cromos y algún cuaderno, caminando hacia el Colegio, lleno de ilusión y con unas ganas inmensas de aprender y jugar. En los ratos libres jugábamos al peón, a los corchos o al rescate. Los juegos continuaban después de una merienda de pan con chocolate, por los alrededores del campo de fútbol. En la actualidad estos terrenos pertenecen a un parque, a un Centro de Salud, a bloques de ladrillo....
Esta evocación me conduce a un colegio que siempre estaba abierto, al que acudían unos maestros que permanecían allí por la mañana, por la tarde, y hasta los sábados. Entre todos ellos sobresale la figura de Don Mario, al que tengo tantas cosas que agradecer.
Él fue (junto con mis padres) quien me enseñó a amar la lectura, a través del libro "Corazón" de Edmundo de Amicis, que leíamos todas las tardes, junto con la Caligrafía o la Historia.... Don Mario intentaba despertar nuestra sensibilidad ¡ y vaya si lo consiguió!... Todavía permanece en mi memoria una bonita anécdota que tuve con él:
Cierto día salí del colegio con una hucha de porcelana que tenía la forma de un negrito con el fin de recaudar fondos bajo el lema: "Una perrita (moneda de la época) para los niños del Domund". A mi paso por la Colonia Pascual Marín un vecino gracioso, al soltarle la frase, me puso la perrita que ladraba en su puerta sobre la hucha, haciéndola añicos.
Al día siguiente regresé a clase, tembloroso y esperando un castigo divino, le entregué al maestro las dos bolsas que llevaba, una con las monedas recaudadas y otra con los pedazos de la hucha. Don Mario me dio una palmada en el hombro y me dijo:
- No te preocupes. Lo importante es que la recaudación llegue a los niños de África. Las huchas se quedan aquí y no importan. Sigue así ...
Estas son algunas de las reminiscencias que me trae la memoria al evocar el barrio y el Colegio de mi infancia...
Ya en la realidad, creo que el bagaje cultural de cada persona se asemeja a un árbol. Cada uno podría elegir el suyo. En un plano imaginario las raíces vendrían representadas por la Educación Infantil y Primaria que haya tenido. Luego aparecería el tronco, que estaría avalado por el resto de estudios y trabajos de la persona .Las ramas y los frutos encarnarían las vivencias y las expresiones culturales más directas. Todo influido por el contexto en el que se mueve y las circunstancias personales de cada uno.
Mi contexto está enmarcado en un paisaje de jardines y volcanes y mi árbol es una palmera que tiene las raíces muy fuertes...
Me gustaría terminar este escrito nombrando de nuevo a Serrat cuando puso música a aquellos versos de Machado que decían:
"Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo camino,
camino sobre la mar.."
Muchas felicidades al CEIP El Peñascal en su 50 aniversario deseándole un próspero camino en su devenir educativo.
Desde la distancia, un océano de abrazos.
Jesús Cillanueva Plaza
San Isidro, sur de Tenerife.
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