EL SEÑOR PEDRO
El nuevo colegio Calvo Sotelo terminó su construcción a finales de 1960, cuando D. Ángel Sanz Aránguez presidía la Alcaldía de Segovia. Veraneaba en un pueblo de la provincia: PRÁDENA DE LA SIERRA. Allí vivía Pedro con su mujer y 5 hijos. Poseía la condición de Mutilado de Guerra permanente, pues había perdido una pierna durante la Guerra Civil.
Después de una larga recuperación y trabajar dos años en Altos Hornos de Bilbao, la añoranza le hace volver a su pueblo. Es ahí donde D. Ángel, viendo que su tipo de vida no estaba vinculado a las actividades rurales, le propone el trabajo de conserje en el centro escolar próximo a inaugurarse. Acepta el puesto y se traslada con su mujer y tres hijos, los dos mayores ya estaban estudiando fuera, a vivir a la casita anexa al edificio principal del colegio y comienzan ambos su nueva andadura. Los primeros meses fueron duros: sótanos inundados, de los que había que sacar el agua a cubos, llenar las leñeras, estufas que no tiraban y el normal trajín del trato con los traviesos escolares. Estuvo en duda de volver a su pueblo, pero la ciudad ofrecía mejores condiciones para el estudio y desarrollo profesional de los tres hijos que aún quedaban en casa.
Quiero destacar su interés porque todo funcionara en perfectas condiciones: la apertura del centro, la calefacción, vigilar que no se rompieran cristales, el atasco de los servicios, una lucha constante con los chavales ... Siempre diligente y exigente, consideraba el centro como su propia empresa.
No tenía horarios ni vacaciones. Las puertas se abrían temprano y se cerraban tarde: permanencias, clases particulares de bachillerato, preparación de oposiciones para maestros y otras actividades, incluso en fines de semana. En verano las colonias llenaban el centro de niñas llegadas de diferentes lugares del país. Y, en septiembre, vuelta a empezar desde 1961 hasta 1977 que, un ictus cerebral, lo retiró de su tarea. Vivió dos años más, muy cerca del colegio, en una calle paralela.
EL Sr. PEDRO estará siempre vinculado en el recuerdo a Dña. ESMERALDA, D. FIDEL y otros muchos buenos docentes de la época. También a sus compañeras de limpieza y cocina la Sra. ELOÍSA y Sra. PETRA.
Yo, su hija, deseo que estas líneas sirvan, además de para conocerlo mejor, como humilde homenaje a quien, según les fueran las tornas a los traviesos o inocentes chavales, fuera unas veces nombrado Patachula (por su cojera y garrota) y otras D. Pedro; "COMO LA VIDA MISMA" Quiero mencionar a su mujer Rosario, mi madre, que siempre estuvo ahí, a su lado, compartiendo sus preocupaciones y desvelos.
Termino felicitando al actual equipo directivo y el colectivo docente por la magnífica trayectoria del CIP El Peñascal y siempre Calvo Sotelo en la memoria de muchas generaciones. En él estudié, en él trabajé como docente durante cinco años y en él viví intensamente por razones familiares. No puedo tener mejores motivos para llevarlo en el corazón.
Boni Ramos Casado