Cincuenta aniversario del colegio El Peñascal
Escrito por Comisión 50 aniversario, martes 1 de febrero de 2011 , 10:51 hs , en 50 Aniversario

Incluimos aquí otro artículo, de José Mª Gutiérrez, ex-alumno y profesor del centro, publicado el lunes 31 de enero en El Adelantado:

 

CINCUENTA ANIVERSARIO DEL COLEGIO EL PEÑASCAL

En el mes de enero de 2011, se cumplen cincuenta años de la inauguración del colegio El Peñascal, antes conocido como Calvo Sotelo. El día 9 de enero de 1961, como registra el libro de actas del claustro de profesores de la época, "se hizo entrega del nuevo centro escolar" y comenzaron las clases. Atrás quedaba para la historia el piso de dos plantas en la cuesta de El Peñascal, donde nos hacinábamos los chavales en cuatro habitaciones de la casa, que hacían de aulas. Recuerdo que enfrente veíamos el imponente edificio  y el amplio patio de los "Misioneros", como llamábamos entonces al Claret. Eran otros tiempos.

Nosotros estábamos contentos porque estrenábamos colegio. Un edificio magnífico con una soberbia fachada de ladrillo de dos colores que llamó la atención a todo el mundo, incluso a los cronistas de la época. El Adelantado de Segovia, en su ejemplar del 12 de enero de ese año, opinaba lo siguiente del nuevo grupo escolar de La Albuera (que era su primitivo nombre): "Magnífica estructura y posiblemente uno de los mejor construidos recientemente en España". Y es que como pudieron comprobar los arquitectos de la ampliación del colegio cuando visitaron el centro, la construcción estaba hecha a conciencia, destacando el techo de escayola y cañizo del salón de actos, que era una obra de arte.

Pero a los alumnos lo que más nos gustaba era el patio que no tenía límites, porque la pequeña valla de medio metro que le rodeaba no era impedimento para que en los recreos, cada clase, contara con un campo de fútbol propio en el inmenso descampado que se abría ante nuestros ojos. Cada clase colocaba sus cuatro piedras a modo de portería, y allí se celebraban un montón de partidos de fútbol simultáneamente. Al finalizar el recreo, volvíamos todos corriendo sudorosos y felices.

Ahora que vamos a celebrar el cincuenta aniversario del centro, no podemos por menos que echar la vista atrás y recordar cómo era esa zona del sureste de Segovia hace medio siglo. Éramos el extrarradio, allí terminaba la ciudad, y solo existía un pequeño grupo de casas alrededor del campo de fútbol municipal, llamados El Peñascal, donde jugaba la querida Gimnástica Segoviana; y se acababa de construir la colonia Pascual Marín, un grupo de casas bajas con patio, perfectamente alineadas, que se estaba poblando con familias jóvenes, y que necesitaban infraestructuras urgentemente. De esta necesidad, surge nuestro querido colegio, construido hasta 1960, en un descampado entre las dos zonas, donde solíamos jugar y pelearnos los chavales de los dos barrios. Cinco años después se inaugurará la iglesia de El Carmen, al lado del Instituto Ángel del Alcázar; el barrio iba adquiriendo su personalidad.

En los años 60 y 70, la zona adquiere un desarrollo extraordinario. Alrededor de la colonia se construyeron números bloques, unos mirando al río, y otros que poblaron la calle Alfonso VI. Y el mencionado descampado se pobló con el IES María Moliner, antiguo Politécnico, el mercado municipal, donde antes había basureros, y el parque infantil sustituyó al antiguo campo de fútbol. Les siguieron el centro de salud, la iglesia de San Frutos, el centro de día, etc. Hace 25 años, se desdobló el Calvo Sotelo y se inauguró el CEIP Eresma, para dar respuesta al aumento de la población escolar. Aún hoy día persisten un montón de nombres para designar la zona: el Peñascal, la Colonia, la Albuera, el Carmen, San Frutos...

En lo que respecta a su historia más reciente, en estos últimos quince años, el colegio ha sufrido una gran transformación. En el curso 1996/97, echa a andar en el centro el proyecto bilingüe español inglés gracias al convenio entre el MEC y el British Council. Empezó originalmente en infantil, y de forma progresiva, fue impartiéndose en todos los cursos. Este proyecto captó enseguida el interés de las familias y se produjo un gran aumento en el número de matriculaciones, que llega hasta el día de hoy; y que permitió abrir una segunda línea en el centro, contando actualmente con 18 unidades (dos por nivel educativo). Este aumento también afectó al comedor escolar, que se inauguró en diciembre del 97, con apenas diez niños, y que en la actualidad cuenta con unos 160 usuarios, que hoy comen en un amplio y moderno comedor, quedando atrás los agobios y apuros sufridos por la falta de espacio.

El problema del espacio ha sido una de las mayores preocupaciones de los equipos directivos que dirigimos el centro en esa etapa. Para solucionarlo se abordaron una serie de reformas que iban permitiendo solucionar el problema a corto plazo: se reforzó el salón de actos con vigas de hierro en dos fases, se instaló un nuevo forjado de todas las clases que miran al patio, y se reforzaron los porches, se dividió el salón de actos en tres aulas y se construyeron servicios en la primera planta. Todo ello mientras se tramitaba la ampliación del centro, el Ayuntamiento expropiaba la parcela anexa, la Junta elaboraba el proyecto de obra, se ejecutaba... Mientras tanto, reuniones en la Dirección Provincial de Educación, en el Ayuntamiento, y en la Dirección General de Infraestructuras en Valladolid. Todas dieron su fruto. Especialmente estamos orgullosos de dos propuestas: la necesidad de abrir una nueva puerta de acceso al centro, con un porche cubierto, utilizada hoy en día por todos los alumnos, y la sustitución del gimnasio proyectado por un polideportivo en el patio escolar. Gracias al convenio entre la Junta y el Ayuntamiento podemos decir que será una realidad y el centro y el barrio contarán con una nueva instalación deportiva.

Todas estas vicisitudes que nos ha tocado vivir en primera línea, no borran los recuerdos personales entrañables que evocan estos cincuenta años. La emoción que sentí cuando encontré por casualidad, lleno de polvo, el primer libro de actas del claustro. Allí estaba el acta de entrega del colegio de enero de 1961, y la del 17 de mayo que me conmovió profundamente. Relataba como los alumnos de tercero, entre los que me encontraba, habían hallado el cuerpo de su maestro, Don Francisco Sanz, caído en el suelo con la tiza entre las manos, cómo había muerto al día siguiente, y la decisión de decirle una misa. Era como entrar en el túnel del tiempo.

En el libro figuraban los nombres de nuestros maestros: Don Fidel, fallecido el año pasado, Doña Esmeralda, Don Paco, Don Ángel, Doña Paulita, Don Ciriaco... Todos los que habían echado a andar el colegio. Gratificante y evocador fue el homenaje que los antiguos alumnos les organizamos en 2005, y el encuentro entre compañeros que compartimos pupitre y a los que hacía años que no veíamos. ¡Qué bien lo reflejó el periodista Marcelo Galindo, antiguo alumno, en El Adelantado en su artículo  "Los años vividos"! y la satisfacción de los profesores que pasaron después por el centro a darnos las gracias por las muestras de cariño y respeto que les habíamos mostrado. Aquello sí que fue una explosión de recuerdos. ¡Qué memoria la de los profesores! Todo el mundo tenía alguna anécdota que contar: los botellines de leche, las flores de la Virgen en el mes de mayo, las manías de los profesores, los juegos en el patio...

Entrañables son también los recuerdos del 4 de mayo de 2007, cuando en una sencilla celebración, y con la presencia de las autoridades, se colocó la primera piedra de la ampliación del centro, que hemos empezado a utilizar este año del cincuenta aniversario.

Cuando estos días vemos a los alumnos preguntar con curiosidad cómo era el colegio hace cincuenta años, qué profesores había, qué libros teníamos, a qué jugábamos..., dentro de las actividades programadas para este año de celebración del evento, nos invade la emoción y el recuerdo de aquellos tiempos ya tan lejanos que vuelven a nuestro presente para recordarnos como a Pablo Neruda que no solo  hemos vivido, sino que, además, hemos hecho historia y estamos orgullosos de ello.

Feliz aniversario

José María Gutiérrez de Diego, ex-alumno y profesor del centro



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